Tras un año atroz recuerdo palabras de mi madre: “La vida es corta, fugaz, ligera, los años pasan veloces, prestos…” Parece que hoy todo es más rápido de lo que ella decía a sus ocho retoños.
Un año de silencios, enfermedad, muertes, dolor, aislamiento, precarización laboral, agotamiento de nuestro sistema productivo que consiste en el turismo depredador generador de ingresos fáciles como motor de la economía. Pareciera que hemos de acostumbrarnos como corderos a convivir con trabajos y sueldos precarios, aumento de la brecha salarial entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, y a convivir con trabajos de igual a igual con robots.

Sino se pone coto al ansia depredadora de grandes corporaciones y multinacionales (gravando sus ganancias, legislando al mismo nivel global que explotan) que deforestan, que producen plásticos y otros desechos tóxicos, en suma la contaminación ambiental que según expertos puede aminorarse aún pero no revertirse no hay salida.

Bien, pues además constato según diferentes fuentes que la natalidad, si ya era escasa, cae en España más del 20 % en este maldito año. Las dudas sobre un futuro incierto, el aumento de los casos de depresión anímica y la pérdida de seguridades laborales seguro que están tras este cambio de paradigma procreativo. A pesar de que muchos hemos perdido la confianza en la clase política que nos dirige me atrevo a pedir mejorar la Atención Primaria sanitaria y que no asistamos a la agonizante precarización de un sistema que ha dado unos frutos que ahora tanto echamos de menos.Nuestro futuro, siendo incierto, nos ha enseñado que somos seres sociales y que la familia, los amigos, el trabajo (quien lo tenga) y el ocio nos permiten sobrevivir mejor o peor. Por eso reclamo una renta mínima digna suficiente, una fiscalización favorable y ventajas laborales y crediticias a los padre y madres ahora elevados a categoría de héroes. Además vigilancia real sobre las empresas que “ofreciendo” teletrabajo sólo esclavizan más aún a las jóvenes desnortadas familias. Porque como Pediatra me siento al lado de tantos padres que no disponen de ésta tribuna donde expresar sus temores. Sus pocas posibilidades de autonomía y emancipación, su pavor a que no les llegue la nómina o se acabe su ERTE, el retraso o las trabas en las percepciones (siempre escasas) por discapacidad.  Son reflexiones de un Pediatra padre y abuelo que no quiere que nuestra sociedad deje de ser libre y responsable. Y no lo será si no hay nacimientos. Hasta pronto.